La mayoría de nosotros en algún momento de nuestra vida nos
enfrentamos con esta temida y confusa pregunta:
¿Quién
soy?
Tendemos a vivir esta etapa llena de dudas existenciales y
cuestionamientos intensos sobre nosotros mismos de una manera que muchas veces
puede resultar errónea, llegamos a creer que somos a lo que nos dedicamos o lo
que las demás personas dicen que somos, y estas ideas además de ser erradas son
ideas y conceptos que no son nuestros, no nos pertenecen.
Durante la adolescencia y la niñez oímos constantemente que
tenemos que estudiar para llegar a ser alguien, que debemos preocuparnos por
tener un buen empleo cuando seamos mayores para poder llegar a ser alguien en
esta vida.
La verdad es que nosotros ya somos alguien desde el momento
en que nacemos, somos un ser individual, único, poderoso e infinito y nos
cuesta trabajo aceptarlo, nos cuesta poder llegar a creer fielmente en este hecho;
tenemos una tendencia natural a encontrar nuestra identidad en nuestros roles
de vida, nuestra personalidad, nuestro trabajo, nuestro cuerpo, nuestra
cultura, nuestro pasado, y nuestros sueños, pero en realidad, todas esas cosas
son aspectos temporales y externos de nosotros mismos, influyen en tu vida,
pero no te definen.
Nuestra verdadera identidad esta en lo más profundo de
nuestro ser.
No somos nuestro cuerpo o aspecto físico, este cambia
constantemente, lo ha estado haciendo desde que nacemos, simplemente a través del
flujo constante de renovación celular.
No somos nuestras emociones o personalidad, estas son
cambiantes también.
Nuestra naturaleza esencial, lo que realmente somos es lo que
muchas religiones y tradiciones llaman; Espíritu o alma.
El espíritu es eso que somos por naturaleza, todo lo que
somos desde nuestro nacimiento y que poco a poco se ve corrompido por ideas y
costumbres cultivadas en nosotros en nuestra infancia.
Las cualidades propias del espíritu son: amor, compasión, ecuanimidad,
alegría, creatividad, intuición y la dicha.
Basta con poner atención a los niños pequeños, puros,
amorosos y compasivos, son felices con cosas muy simples, siempre tratan con
amor a otros seres vivos y hacen amistad con facilidad, sin prejuicios, sin detenerse
a juzgar.
¿En qué momento perdimos esa habilidad?, ¿En qué momento
olvidamos quiénes somos?, ¿Por qué vivir para satisfacer a los demás?
Que tú nuevo propósito al igual que el mío, sea reencontrarte
contigo mismo, aprender a volver a ser quien realmente eres, sin miedo, sin
pena a lo que los demás puedan pensar, si ellos piensan negativamente sobre
quién eres el problema no es tuyo, es de ellos.
Tú estarás liberada, podrás SER libre y plena a cada
instante, y cuando te decides a dejar fluir tu verdadera esencia el universo
juega de tu lado.
La auto aceptación comienza cuando vamos más allá de nuestros
pensamientos y nos asumimos tal cual somos. Por ello es importante cultivar el amor propio constantemente.
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