Creo yo que en más de alguna ocasión he comentado
esto y estoy segura de que lo he pensado al menos mil veces cuando estamos
juntos, amo la naturalidad que hay entre nosotros.
Alguna vez leí que los budistas dicen que cuando
conoces a tu alma gemela no te sientes agitado o nervioso, todo lo que puedes
sentir es paz porque tu alma y la de esa persona ya han estado juntas en otras
vidas y entonces solo se reconocen, cuando yo te conocí sentí en mí que por fin
podía ser yo misma, sabía que no tenía que pretender para impresionarte ni
fingir ser alguien más, algo dentro de mí se removió y sabía que podía estar cómoda
contigo.
Más tarde, me descubrí a mí misma hablándote en la
madrugada de todas las locuras y conspiraciones del universo que siempre creaba
en mi mente y nunca compartí con nadie más, me encontré buscando con ansias la
oportunidad de contarte mis sueños, mis más profundos miedos y mis manías.
Te encontré a ti, contándome sobre tu día, tus
amigos, tu familia y tus metas y mi corazón brincaba de emoción anticipada
cuando en tus planes hablabas de un nosotros. Dicen que somos demasiado jóvenes
para eso, que tenemos mucho que vivir aún, pero te aseguró que no hay nada que
quiera más que vivir mi vida contigo.
Te encontré observándome mientras pensabas que no
te veía y supe que tú amor por mí era puro.
Te encontré mostrándome tu lado más frágil y sentí
en mi corazón que quería protegerte, que quería consolarte, mostrarte que la
vida es complicada a veces, pero no deja de ser bella y que jamás voy a
dejarte, siempre voy a estar a tu lado.
Nos encontramos, y todo fue tan fluido, tan
natural, que no resultó nada extraño que tus ojos sostuvieran los míos, que
nuestros corazones conectarán y que mis sueños y tus sueños ahora sean nuestros.
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